Tengo la manía
de buscarlo todavía,
ese ruido sordo, seco,
que decía que eras mía.
Y ahora miro el cielo raso
donde pintar blancas nubes
o volar con mi abanico
o tirarme y caer de bruces.
Ese ruido ya no llega,
ya no pide ni perdón.
Puede que fuera la puerta
que cerrabas por pudor.
Tarde asalta esa ironía
torpe, firme, limpia, cruel,
Tú nunca fuiste de nadie,
solo a ti te fuiste fiel.